lunes, 29 de septiembre de 2008

Jueves 7 de agosto. South Male




No se puede ir a Maldivas y no pisar una de las numerosas islas desiertas de las que consta el archipiélago, y, precisamente, es lo que hemos hecho hoy después de las inmersiones. Por cierto, estas inmersiones continúan siendo fantásticas. Hoy hemos hecho lo que se llama un córner. Entre las islas del archipiélago existen coredores o pasillos por los que entran y salen los peces, según la corriente, al interior o al exterior del atolón. A determinadas horas que conocen los guías, se produce un desfile de peces mayores que van allí a alimentarse. El invitado de honor a este almuerzo es el tiburón gris.

Así que hemos bajado unos 35 metros a uno de estos corredores y, allí, cogidos a las rocas del fondo para no ser llevados por la corriente, hemos aguardado el comienzo del espectáculo. La verdad es que los invitados no se han hecho esperar y han acudido prestos al suculento manjar, por lo que hemos podido ver más de una docena de estos tiburones. Además no han ido solos, sino que lo han hecho acompañados de tiburones de punta blanca, atunes y un banco de barracudas. Todo un banquete.

Por la tarde hemos visitado una isla desierta. Era la primera vez en unos días que pisábamos "tierra firme" aunque la sensación es de continuar enmedio del océano. La tripulación nos ha "retado" a un partido de fútbol, así que hemos hecho un Maldivas - España, aunque nosotros teníamos a un nacionalizado italiano ( Ricola) y otro maldivo (el capitán del barco). La verdad, que hemos acusado la buena vida que hacemos en el barco (comer, dormir y bucear) y hemos perdido 2-1. Despues del partido hemos disfrutado de un maravilloso atardecer, en una tumbona, mirando al mar. ¿Cuántas veces habíamos soñado con esto?

Tras el partido hemos regresado al barco a ducharnos y cuando hemos vuelto a la isla para cenar, nos hemos encontrado con un pasillo de luces excavado en la arena, que iba desde el embarcadero hasta la mesa, que habían decorado con mucho encanto para la cena. Hemos cenado, charlado y reído hasta que, finalmente, el cansancio ha podido más que nosotros y hemos regresado al barco para dormir.



martes, 23 de septiembre de 2008

La natura que ens envolta


He llegit a la pàgina del Rentonar algunes notícies sobre diverses actuacions que volen realitzar-se a algunes de les àrees protegides de la nostra comunitat com són: La Devesa de Campoamor, la Serra Escalona o La Font Roja. Totes aquestes actuacions, com no, en pos de la prosperitat, de la millora econòmica i de la atracció del turisme, que pareix ser és la sol·lució per a tot que ténen certs polítics de "esta nuestra comunidad", i que estan basades com sempre en el ciment i la rajola. Prosperitat, millora econòmica i atracció del turisme, per a qui? Tots coneixem la resposta.
Al final, espais naturals que han sigut gaudits per la humanitat des que, un bon dia, van baixar de l'arbre que alguns no degueren baixar mai, es convertixen poc a poc en parceles privades de gent que com a únic aval presenten els seus diners. Gent que, a més, no disfruta dels llocs on apossenten les seues posaderes, perque no tenen amor per eixos llocs i els importa molt poc el que els ocòrrega. I els demés, la gent que ha viscut allí sempre, que ha passejat el seu gos o que ha anat a menjar-se la mona amb la seua família es veuen privats d'eixos espais; els indesitjables motxilers que pareixia aborrèixer l'ex-alcalde d'Alcoi. I ja no parlem dels animals que estaven allí molt abans, perque pareix ser que aquestos no ténen dret a viure en el moment en que es creuen en el camí d'alguns "essers humans"; són, simplement un mal menor.
Així que quan, com hui, una bona amiga m'envia un preciós video sobre la meravellosa natura que ens envolta, no puc deixar de somriure i disfrutar de les imagens i de la música. I espere (ja sé que soc un ingenu) que molta gent el veja, i es deixe emportar per la seua màgia. Que se n'adonen de que no tot està en amassar diners i que hi han coses que valen molt la pena i que són insustituibles.
Espere que us agrade.
Moltes gràcies Rachel

martes, 16 de septiembre de 2008

Un día de cólera


de Arturo Pérez-Reverte.

El ejército francés ha ocupado Madrid sin tener que luchar, argumentando que quieren pasar a Portugal para luchar contra los aliados de Inglaterra. Sin embargo, la arrogancia y el desprecio con el que tratan a la gente de la ciudad, hace que el pueblo esté cada vez más indignado. El intento, por parte francesa, de llevar a Bayona al resto de la familia real que todavía se encuentra en Madrid, sirve de pretexto (o quizá es la gota que colma el vaso) para que la ciudad se levante contra el mayor ejército del mundo. Comienza entonces la revuelta del 2 de mayo de 1808 en Madrid.

Me gusta: el libro detalla los acontecimientos ocurridos durante todo el día, de forma cronológica y en todos los escenarios en los que ocurrieron los hechos. La gente que le gusta la historia o tenga curiosidad por saber lo que ocurrió aquel histórico día disfrutará con él. Además se transcriben cartas, órdenes y frases recogidas más tarde y que sitúan al lector en el lugar de los hechos.

No me gusta: en su afán de ser preciso y debido a una buena documentación, el autor nombra a muchísimos de los participantes en la rebelión. Este hecho hace que la lectura se espese mucho y, sobre todo al principio, que aburra un poco.

Una escena: “Tras mirar con cautela a uno y otro lado de la calle, la muchacha se recoge un poco la falda con una mano y camina apresurada y temerosa. Desde el portal, García Vélez la ve alejarse. En ese momento, hacia los Consejos, oye cascos de caballos; se vuelve y ve a cinco coraceros franceses que trotan calle arriba. Al descubrir a la chica, espolean sus monturas y cruzan frente al portal, gritando de júbilo. Viéndolos pasar, el zapatero blasfema para sus adentros. La pobrecita no tiene ninguna posibilidad de escapar. «Y aquí se acaba tu suerte, compañero.» Es lo que se dice a sí mismo, resuelto a encarar lo inevitable. Después, con el chasquido de siete muescas cachicuernas, Pablo García Vélez abre la navaja.”

Como dice el prólogo, este relato no es ficción ni libro de historia. En él se describe con desgarrador detalle el horror de la guerra. También se pone al descubierto el alma humana, que es capaz de lo mejor o de lo peor cuando las circunstancias la llevan al extremo. Un relato sobre cobardes y valientes, ricos y pobres, vencedores y vencidos, víctimas y verdugos, honestos y miserables.


domingo, 14 de septiembre de 2008

Miércoles 6 de agosto. South Ari Atoll


Después de un día tan ajetreado siempre viene otro más tranquilo, aunque en Maldivas, para un buceador novato como yo, lo de la tranquilidad es algo relativo, porque siempre acaba ocurriendo algo emocionante.
La primera inmersión la hemos vuelto a hacer en Kudarah Thila, pero esta vez la luz no era tan bonita y el buceo no ha sido tan impresionante. Hemos visto un tiburón de punta blanca, casi al final. Nicola me ha explicado (en su dialecto) que allí donde el arrecife acaba y comienza la arena, si buscas bien, siempre hay algún tiburón. En esta inmersión he ido con Hassan, el guía maldivo del que me había hablado ya Toni de cuando él estuvo ya aquí. Hassan es todo lo contrario que Judith, quizá por eso se complementan bien. Si Judith es de una expresividad contagiosa, Hassan cambia menos el gesto que Chuck Norris; si una en ocasiones me llevaba la mano, el otro me vigilaba desde la lejanía. A veces, incluso te da sustos. En la nocturna, estaba yo alumbrando el arrecife, cuando de repente ¡aparece una sombra en la oscuridad! Era Hassan. Según me explicó luego, su foco tenía poca batería y tenía que ir apagándola. Yo creo que, en realidad, él puede ver en la oscuridad y lleva el foco para disimular.
La segunda inmersión ha sido la fuerte del día. Hemos bajado hasta 33 metros de profundidad y hemos entrado en descompresión. Sin embargo, ha valido la pena porque hemos visto tiburones de punta blanca, una formación de cinco rayas y dos tiburones grises. Judith, que se emociona, me ha cogido del brazo y se ha ido en dirección a los tiburones grises para verlos más de cerca. Yo pensaba, “espero que ya hayan desayunado”.
Hoy ha habido reunión del “club del jacuzzi”. Yo, como ya pasamos bastante tiempo a remojo, he preferido quedarme tomando el sol fuera. He estado hablando de libros con Vanesa y después también con Manuela. Las dos me han recomendado que me lea “El niño del pijama de rayas”. Ya son tres las personas que me han recomendado este libro, así que tendré que leérmelo. Tal vez este invierno.

martes, 9 de septiembre de 2008

Martes 5 de agosto. South Ari Atoll


Al despertarnos por la mañana, no podíamos imaginar las emociones que nos iba a deparar este día. Para empezar, la primera inmersión ha sido la más bonita de mi vida en cuanto a belleza del paisaje. Kudara Thila es un arrecife de coral que tiene una profundidad de entre 25 a 30 metros y que en su parte superior está sobre los 10 metros. A su alrededor una explosión de vida como jamás había visto, nos envuelve con su manto de colores y de luz. Para hacer la inmersión más placentera, la corriente no se ha presentado esta mañana y hemos podido disfrutar mucho del entorno. En un momento dado, hemos pasado por debajo de un arco formado por el coral y detrás de este, el escenario se ha vuelto más espectacular si era posible. Un baile de peces de todos los colores, formando bancos y moviéndose en todas direcciones y con el decorado de lujo que forman los corales, gorgonias y demás vida vegetal marina.

Las emociones estaban lejos de acabar aquí, sino que iban a ir en aumento. Tras la inmersión hemos navegado hacia Sun Island Reef en busca del tiburón ballena. La comida fue muy rápida, porque Judith nos dijo que estábamos entrando en la zona en la que normalmente se le suele ver. Así que nada más acabar de comer, empezamos a salir a cubierta para ver si divisábamos al escualo. Parecíamos la tripulación del Pequod intentando encontrar a Moby Dick, sólo que nosotros con unas intenciones más benévolas.

Todo ocurrió muy rápido. Alguien desde la cubierta superior gritó algo en maldivo. Entonces, Judith nos dijo que nos pusiésemos aletas y gafas. El barco fue en dirección de otro barco que ya estaba allí. Fue entonces cuando vimos a muchos nadadores que ya estaban siguiendo al tiburón ballena. La tensión estaba patente, ¡a Manuela y a Tini había que cogerlas para que no se tiraran! Finalmente cuando estuvimos cerca, saltamos.

La búsqueda se convirtió entonces en una carrera detrás del animal. Todos nadamos lo más rápido que pudimos para verlo de cerca. La primera vez que lo vi nadaba por debajo de mi, pegado al fondo a unos 15 metros. Pude ver su larga cola, su cuerpo de unos cuatro metros y adivinar sus puntos blancos característicos. Aún pude verlo un poco mejor cuando ascendió hasta unos cuatro metros pero, entonces, volvió a descender para perderse en el azul.

Volvimos a subir al dhoni para equiparnos, esta vez con botella. Cuando estábamos acabando de vestirnos, volvieron a gritar que habían visto la sombra desde cubierta. Y aquí es donde la suerte, el destino o Neptuno me la tenía guardada. Cuando me levanté para tirarme al agua, Toni me avisó de que no llevaba plomos. Los minutos que perdí allí fueron cruciales para mí porque ya no pude ver al tiburón ballena de cerca. Como dice Toni, la suerte del buceador esta vez me había dado esquinazo. Esta era la primera espinita que se me ha quedado clavada del crucero. Espero que sea la única. Al mismo tiempo ya tenía una escusa para volver a Maldivas.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Lunes 4 de agosto.


Me levanto con la misma sensación en el estómago. Anoche, después de acostarme en el camarote, tuve que volver a subir a cubierta a que me diese el aire porque allí me encontraba mejor. Me acosté en el sofá e intenté relajarme. La verdad, toda la gente en el barco es muy amable tanto el resto de compañeros de viaje, como la tripulación y los guías. Los que estaban despiertos se interesaron por mí y me daban algunas soluciones. Por eso, esta mañana he tomado precauciones y me he tomado una biodramina. También me han dicho que tome mucha agua y que no coma demasiado.
Hemos empezado a hacer las inmersiones, aunque sin muchas ganas al principio, porque he dormido muy poco y por la desagradable sensación del estómago. Sin embargo, me doy cuenta de que donde mejor estoy es dentro del agua porque allí desaparece el cansancio y las malas sensaciones.
Por la noche empiezan a haber reuniones en el barco para charlar. Hay buen rollo. Nicola se ha destapado como un friki de los tiburones y Bea de las tortugas tras sus actuaciones en la nocturna. Se comentan las inmersiones, nos conocemos un poco y aprendemos un montón de cosas, sobre todo relacionadas con el mar, los viajes y la fotografía. Abundan las historias sobre otros cruceros, lejanas islas, anécdotas, peces que nos gustaría ver, inmersiones, accidentes, locuras bajo el agua… Yo, un novato en todo esto, sólo puedo escuchar, aprender, intentar recordar y soñar, al menos de momento, con visitar, ver y sentir estos lugares maravillosos.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Domingo 3 de agosto. Male norte

Dos golpes suenan en la puerta de nuestro camarote, anunciándonos que es hora de levantarse. Son las seis de la mañana y, la verdad, no he dormido mucho. Los nervios, el movimiento del barco y el ruido del generador que hace que incluso se mueva la cama, no me han permitido descansar lo que yo quería. Sin embargo, la emoción puede más que la pereza y tras un café para despejarnos nos sentamos para escuchar a Judith hacer el primer “breafing”, es decir, la explicación de cómo va a ser la inmersión.
Maldivas está formado por varios atolones, aunque nosotros sólo vamos a navegar por tres de ellos: North Male Atoll, South Male Atoll y Ari Atoll. La primera inmersión es en Paradise Island. Como soy el más inexperto de todos con sólo 25 inmersiones, no voy a bajar con Toni, sino con Judith.
Judith es una chica catalana que está de guía en el Southern Cross. Es muy simpática, muy agradable y muy atenta. Durante los próximos días parece ser que se va a convertir en mi Ariel particular, ayudándome a descubrir las maravillas que se esconden bajo las aguas del Índico en Maldivas. Hoy me ha ayudado de mil formas distintas, agarrándome de la mano para ayudarme a bajar porque había mucha corriente, dándome aire para alargar mi inmersión (he decidido pedir botella de 15 l.) y en la nocturna guiándonos con el mismo foco porque yo no tenía. Así, de esta forma, pegado a ella como una rémora he hecho mis tres primeras inmersiones en Maldivas. Además de ser muy servicial, Judith bajo el agua se vuelve muy expresiva cada vez que descubrimos un pez napoleón, una tortuga, una pastinaca o algún tiburón, te mira y dibuja una sonrisa. De esta forma consigue su alegría y su pasión por el buceo y por lo que ella vive bajo el agua.
A parte de las inmersiones, la vida a bordo es también muy placentera. La tripulación es encantadora y parece que todos en el barco nos llevamos bien. Poco a poco nos vamos conociendo y la verdad se respira buen ambiente. Lástima de esta sensación que tengo en el estómago que me tiene un pelín preocupado. A ver si se pasa pronto.