domingo, 25 de enero de 2009

Sábado 9 de agosto. Male

Hoy es un día de despedidas. Durante el desayuno me doy cuenta de una de las imágenes que para mí mejor reflejan este día. En la parte de estribor del barco hay un mueble bajo y alargado que, durante todos estos días, ha estado abarrotado con cámaras, carcasas, cremas, libretas, bolígrafos, libros de especies marinas, revistas, etc... Hoy se encuentra ya vacío porque no vamos a bucear. El exterior del barco también comienza a transformarse en un adiós. Las toallas, bañadores, aletas o escarpines que estaban desperdigados por toda la cubierta van desapareciendo conforme avanza la mañana. Sin casi darnos cuenta, nos encontramos despidiéndonos de la tripulación y subiendo al "dhoni" que nos llevará al aeropuerto de Male. Allí, dejamos las maletas en consigna y subimos a un "dhoni-bus" para trasladarnos a la ciudad de Male.
A pesar de ser un día de despedidas, había que aprovecharlo. Y eso hicimos. Con la ayuda de un guía vemos los lugares más importantes de Male: la mezquita y el cementerio. Este último era bastante curioso: las lápidas tienen una forma redondeada en su parte superior y están colocadas muy juntas; por otro lado están los mausoleos que se parecen a pequeñas cabañas hechas de piedra con tejado a dos aguas. Su decoración se realiza mediante rectángulos de distintos tamaños esculpidos en la piedra. Se accede a los mausoleos a través de una puerta de madera precedida de un escalón. El guía nos explica que se trata de un cementerio antiguo y que sólo se enterraban allí a guerreros y personas importantes.
Después de comer y de hacer las últimas compras llega el momento de regresar al aeropuerto. Allí nuestros compañeros durante los últimos días van desapareciendo poco a poco detrás de las puertas corredizas del aeropuerto. A Toni y a mí todavía nos queda esperar unas horas a nuestro avión que nos llevará a visitar la isla de Sri Lanka. Pero esa, es otra historia...

Abrazos y besos para nuestro amigos a bordo del Southern Cross: David, Bea, Nicola, Manuela y José María, Óscar y Tini, Vanessa y Paco.

domingo, 18 de enero de 2009

La Frontera a Xixona


Texans, jaquetes i jupetins vaquers, algun barret de cowboy i, fins i tot, uns esperons es van poder vore el divendres a la nit al Beebop. La causa de tot aquest ambient del llunyà Oest va ser el concert del mític grup dels 80, "La Frontera". La nit va començar amb música rockera tant extranjera com espanyola per a crear ambient i començar a fer ballar a tota la gent del local.
El concert va començar amb l'actuació dels teloners. Santi Campillo (guitarrista de M-Clan) i la Electric Band. El cantant, amb una veu molt bona des del meu punt de vista i ben acompanyat de la guitarra de Santi Campillo, va interpretar cançons de grups de rock dels 70 (Led Zeppelin o AC/DC). Després va vindre el que era el plat fort.
Javier Andreu i la seua banda van començar a tocar i prompte es van confirmar els rumors de que no estaven "en les millors condicions" per a tocar. La veu del cantant distava molt d'aquella que vaig escoltar als meus walkmans quan era adolescent. El rock and roll pasa factura. Però tampoc era qüestió de posar-se tiquismiquis. Així que vam escoltar de nou les històries que parlen de "Duelo al sol", un tal "Judas el miserable" i varem tornar disfrutar d'aquella "Dulce tentación" que alguna vegada ens va portar fins al "Límite del bien y del mal".

sábado, 3 de enero de 2009

Queda prohibit


Una bona amiga diu que m'ha enviat aquest poema de Pablo Neruda, per a fer-me reflexionar. La veritat es que, de tant en tant, ve be que ens recorden certes coses i que, com la meua amiga sempre diu, "no ens podem queixar". Moltes gràcies xiki.


QUEDA PROHIBIT

Queda prohibit plorar sense aprendre,

alçar-te un dia sense saber que fer,

tenir por als teus records...

Queda prohibit no somriure als problemes,

no lluitar pel que vols,

abandonar-ho tot per por,

no convertir en realitat els teus somnis,...

Queda prohibit no crear la teua història,

no tindre un moment per a la gent que et necessita,

no comprendre que el que la vida et dóna també t’ho lleva...

Queda prohibit, no buscar la teua felicitat,

no viure la teua vida amb actitud positiva,

no pensar en que podem ser millors,

no sentir que sense tu, este món no seria igual


jueves, 1 de enero de 2009

Naguib


Naguib vuelve cabizbajo a su casa, atravesando con paso cansado las estrechas calles de la antigua medina. Más que cansado, parece abatido. Arrastra los pies. En sus manos lleva un pliego de papeles que se tiene que contener para no estrujar. Al pasar junto a uno de los mendigos que abarrotan los portales de los callejones, uno de los papeles cae al suelo. El mendigo lo recoge y lo lee.
- Escribes muy bien joven- dice el anciano.
- Gracias, pero no lo suficiente- contesta Naguib.
- Y dime, ¿qué es lo que pretendes conseguir con tus palabras?
- Que mi amada me quiera- a Naguib le brillan los ojos y el resto de papeles que lleva en la mano es ya un manojo.
- Pero, ¿está el corazón de tu amada preparado para recibir tus palabras?
- ¿A qué se refiere?
- Es posible que el corazón de tu amada esté corrompido por el ansia de poder y de dinero y no dé ninguna importancia a palabras que no sean "oro" o "diamante"; puede ser que el corazón de tu amada no le pertenezca porque se lo haya entregado a otro hombre, y por tanto tus palabras sólo encuentran el vacío; quizá el corazón de tu amada sea demasiado joven, y se ahogue o abrume con tus palabras. Tal vez debas buscar un corazón en el que quepan tus palabras- le explica el vagabundo.
Naguib regresa a casa pensando en las palabras del viejo que, sorprendentemente, mucha razón llevan. Algunos meses más tarde Naguib conoce a una muchacha e intenta explorar en su alma. En los atardeceres su pluma se desliza veloz y escribe los versos más bonitos que su ingenio y su destreza pueden alumbrar. El corazón de Yasmin se llena de las palabras de Naguib como lo hace un cántaro con el agua fresca que brota de la fuente y así, una noche de brillante y clara luna, Yasmin derrama su agua en los sedientos labios de Naguib.
El muchacho, a la mañana siguiente, corre por las estrechas callejuelas de la antigua medina hacia el lugar donde se hallaba al anciano que, al menos para él, se había convertido en un sabio. Naguib es un chico agradecido, y quiere darle las gracias al hombre que le ha ayudado tanto. Pero, al llegar al lugar dónde el vagabundo leyó las inútiles palabras de su carta, no lo halló allí sentado. En su lugar, inundando la vieja calle con su aroma, había crecido un jazminero.