lunes, 28 de septiembre de 2009

Japón: señas de identidad (II)

El origen del japonés sigue siendo un misterio para los lingüistas. Se sabe que proviene de las lenguas asiáticas que atravesaron China y llegaron a las islas a través de Corea. El japonés oral se llevó al papel basándose en los caracteres chinos Han. Sin embargo, la gramática china y la japonesa son totalmente distintas. A partir de ahí, los caracteres chinos evolucionan al actual alfabeto Kanji que se utiliza en el japonés de hoy en día. En el siglo X se desarrollan dos alfabetos silábicos propios: el hiragama y el katakana. En la actualidad, el japonés es uno de los idiomas más difíciles de aprender ya que combina cuatro alfabetos: uno simbólico -kanji-, dos silábicos -hiragama y katakama- y el occidental -romaji-.
El idioma es, por tanto, otro de los signos de identidad del país nipón. Restaurantes, tiendas, supermercados y las máquinas espendedoras de tickets en algunas estaciones de metro (por poner algún ejemplo) están esencialmente en japonés. Tan solo en los hoteles y en los autobuses turísticos encontramos a gente que hable en inglés. Si tenemos suerte y buscamos bien, podemos encontrar restaurantes que tengan los ingredientes de los platos en inglés, pero en general están siemre en japonés, a veces, incluso los precios.
Así, a la hora de comer, muchas veces teníamos que dedicar bastante tiempo a buscar lugares donde, o bien la carta estuviese en inglés, o bien apareciesen dibujos de la comida. Aunque los más curiosos era aquellos que tenían escaparates con reproducciones de los platos hechos en cera.
En fin, que una de las mayores dificultades de viajar a Japón residen en la dificultad del idioma. Sin embargo, también le da un toque de exotismo y acrecienta la sensación de estar en una parte toalmente diferente del mundo a la que nos encontramos en occidente. Y eso, si lo que te gusta es conocer un mundo diferente al tuyo, le da mucho encanto al viaje.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Japón: señas de identidad (I)


En una época en la que la globalización eleva las diferencias en el "primer" mundo a la mínima expresión, no hay nada como viajar para comprobar que este afán por unificar no es otra cosa que una quimera y una gran mentira. Uno podría imaginar que una gran urbe como Tokio no difiere gran cosa de otra como puede ser Nueva York, Londres, París o Madrid. Que para "encontrar" el verdadero Japón hay que buscar pequeñas poblaciones perdidas por las islas niponas. En parte, es cierto, pero la verdad es que las señas de identidad de este pequeño pero rico país están en cada unos de sus rincones. Incluso en la gran ciudad.
Desde que uno atraviesa las puertas del aeropuerto, percibe una de estas señas de identidad: el gusto por el orden y la limpieza. Las paradas de los autobuses que llevan a los hoteles turísticos están organizadas por casillas, de forma que, si tu autobús es el segundo en llegar te situarás en la casilla 2. Después pasarás a la uno y, finalmente, subirás al autobús. Tu medio de transporte llegará irremediablemente a la hora indicada. Incluso los andenes del tren están numerados y las puertas se abren exactamente delante del número correspondiente con el vagón. Me da la risa al pensar en España donde el autobús no puede parar en su "parada" porque hay un coche mal aparcado y en los andenes del tren, al vagón 1 no siempre le sigue el 2, porque está el último, ya que será desenganchado en Salamanca para los que viajan a La Coruña.
En las calles es impensable encontrar un sólo papel, botella de plástico o colilla a pesar de que no hay papeleras excepto en las estaciones y en algunos parques. De hecho, los fumadores tienen sus propios rincones en plena calle con ceniceros donde pueden depositar los restos de su tabaco. Y ya he hablado aquí de la decoración y orden que rigen los escaparates de comida y sobre todo de dulces y frutas.
En el hotel, si has contratado una excursión, el día anterior llega un fax explicándote a que hora pasarán a recogerte, en que hotel se iniciará el viaje y adjuntarán un mapa del hotel, guiándote al punto de encuentro. Además, siempre hay alguien dispuesto a echarte una mano en caso de que no sepas muy bien donde debes acudir. Todo ello adobado con una amable sonrisa.
Esta forma de ser puede ser alienante para quien vive allí, no me cabe duda, pero para el viajante es maravillosa ya que tienes la tranquilad total de que tu tren saldrá a su hora, de te encuentras en la parte correcta del hotel, y cuando llegas al lugar todo está limpio y preparado para que disfrutes al máximo de él. Y si quieres llevarte algún recuerdo, te lo empaquetarán de forma que te dé lástima después abrirlo. Tan bonito te lo dejan.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Shinto: El camino de los Dioses

Cuando Yoko pasa por debajo de los robustos troncos de cedro, que forman el tori que hace de puerta de entrada al recinto de la ermita, siente como su alma queda purificada, quedando libre de la contaminación a la que a veces se ve sometida, aún en personas tan inocentes como ella. Sus pausados pasos hacen crujir suavemente la húmeda tierra bajo sus pies, mientras se acerca a la pequeña capilla situada en el centro de un bosque.
Antes de subir los escalones que la llevarán hacia el decorado altar, se detiene ante una fuente dónde, esta vez, se librará de las impurezas físicas antes de entrar al recinto. Así pues, valiéndose de un pequeño cazo con el mango de madera y el recipiente de latón, recoge el limpo y fresco agua que sale de las fauces de un dragón de hierro. Primero limpia su mano izquierda, después la derecha y, acto seguido vierte un poco del vital líquido en su mano para llevárselo a la boca completando así el ritual de pureza. Ahora ya está lista.
Poco a poco asciende las escaleras que la llevan frente al altar. Allí cuelga del techo una gruesa y pesada cuerda trenzada que sirve para tocar una campana. La agarra con sus dos delicadas manos y la agita hasta hacerla sonar. Ahora los dioses ya están despiertos y atententos para oir sus ruegos. En primer lugar hace dos reverencias frente al altar y después da dos fuertes palmadas. Sus manos quedan juntas para comenzar con su súplica.
Mientras realiza sus peticiones, Yoko puede sentir la presencia de todos los "kami" que residen en las cosas que le rodean ya sean vivientes o no. Los animales en los árboles que rodean la ermita, las hojas, raíces, piedras, rocas, estatuas, el agua, el sol, las gotas de lluvia que todavía cuelgan de los alerones del templo, la suave brisa que agita las ramas de los árboles, el fuego de las lámparas que iluminan el altar... Todos tienen su kami, que se pone en marcha para satisfacer los ruegos de Yoko. Después, la joven completa el ritual con otra reverencia.
Poco a poco desciende los escalones con ánimos renovados. Espera que los dioses sean buenos y que le concedan sus deseos. Poco a poco, envuelta en los frescos olores del bosque que le rodea, se aleja con el alma limpia y renovada de buenos augurios.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Tokyo: Sus parques y estaciones de tren (y II)


...Al otro lado de la ciudad, la pequeña estación de Harajuku es una colmena en la que un enjambre de personas, en su mayoría adolescentes, entran y salen, en dirección a Takeshita dori. En esta calle se agolpan los colegiales en su multitud de tiendas de ropa para jóvenes, restaurantes de comida rápida y otro tipo de tiendas donde pueden comprar los más sorprendentes artículos y los complementos de los cantantes de moda y de sus héroes favoritos del manga. Al otro lado del puente, el parque Yoyogi es un remanso de paz y tranquilidad en comparación con el bullicioso Harajuku. Sin embargo, los domingos se convierte en el punto de reunión de tribus urbanas como las "lolitas" (ataviadas con túnicas oscuras, pomposos vestidos o calcetas y faldas marineras según las variantes) o las "decore" (que utilizan gran cantidad de adornos de colores).
Ya por la noche, cerca de la estación de Hamamatsu-cho, los restaurantes japoneses ofrecens sus productos en escaparates, con réplicas de sus platos hechas de cera, los yakitoris atraen a sus clientes gracias a sus típicas lámparas de papel de color naranja y les invitan a picar algo y a beber una Sapporo, con las luces de la Torre de Tokyo al fondo, elevándose sobre sus cabezas.

martes, 1 de septiembre de 2009

Tokyo: sus parques y estaciones de tren (I)

La vida comercial y de ocio de la capital de Japón se desarrolla alrededor de las estaciones de JR (Japan Railways). Con ellas como punto de partida, el biandante puede recorrer avenidas y manzanas de bloques de edificios realizando sus compras en numerosos centros comerciales y tiendas, anunciadas con impactantes luces de neón. También puede saciar su apetito en restaurantes japoneses, yakitoris o hamburgueserías o descansar en amplios y bellos parques que se extienden a lo largo de toda la metrópoli.
Alrededor de la estación de Yarakucho, podemos visitar el parque de Hibiya y el Palacio Imperial. Así mismo, al otro lado de las vías se despliega el distrito comercial de Ginza, flor y nata del Tokio más chic. Las tiendas de Gucci y Channel compiten con los centros comerciales de Wako y Mitsukoshi que muestran todo su potencial decorativo en los lujosos escaparates. Además, en las plantas bajas de estos grandes almacenes, los estanes de fruta, dulces y demás alimentos dejan boquiabierto al visitante por su cuidada exposición. El cliente ya está disfrutando del producto nada más deleitándose con su vista...

Tornar a començar


Hui és el primer dia de setembre. Com cada any des que vaig elegir la meua professió, aquesta data marca l'inici d'un moment nou a la meua vida. Tant és així que pràcticament conte els anys per cursos i no per anys naturals. I és que l'estiu, ara més que mai, es convertix en un paréntesi en el ritme frenètic de les nostres vides; en un oasi de calma en el nostre lent caminar baix del sol del dia a dia que ens desgasta; en el dolç somni reparador del guerrer després de la batalla.
Precisament, és la sensació d'haver estat inmers en un apacible somni durant bona part de l'estiu, la que s'ha quedat a dintre del meu cos. Especialment la part que vaig passar al Japó i a Seoul amb la meua amiga (ja per sempre) Sangmi. Ara bé, ja és hora de despertar. Però ens farem un poquet els remolons. Com quan sona el despertador i pensem "Una miqueta més..." Vos convide a entrar en els meus somnis, aquestos que s'han dibuixat a la meua ment durant aquest estiu. Tanqueu els ulls, agafeu un avió i viatjeu a les llunyanes terres on els sabis antius deien que naixia el Sol...