lunes, 10 de diciembre de 2007

Zaragoza, ciudad eterna


Se acabó el puente. Tanto tiempo esperando y ¡lo rápido que ha pasado! Sin embargo, ha dejado muy buenos momentos. Todos con un punto en común, Zaragoza.
Jueves 6 de diciembre: Día de la simpatía

Llegamos a la estación intermodal de Zaragoza y Enrique ya nos está esperando. Como se le suponía, ha hecho los deberes y nos lleva rápidamente al Hotel Meliá Zaragoza. Mientras, nos pone al día de cómo son las cosas en la ciudad. Bueno... más bien de como son las mañas: estrechas y secas (el autor de este blog no
se hace responsable de las opiniones de sus amigos. Tras dejar las maletas, nos lleva a dar nuestro primer paseo por las concurridas calles de Zaragoza comprobamos in situ la simpatía de las mañas en una cafetería donde todavía estaríamos esperando que viniesen a ver que queríamos, si al final, no nos hubiésemos levantado a pedir a la barra. A continuación, vemos la plaza de César Augusto, el Pilar y el puente de piedra, desde donde podemos tomar algunas fotos de la ciudad. Más tarde, cenamos en compañía de Antonio Gilipollas Caraculo, que nos amenizó bastante la noche, en "El sidecar". Tras la cena, salimos a dar una vuelta por la zona del Tubo y allí conocimos a una tierna jovencita en la puerta de un bar de copas, bueno... de chupitos. Finalmente, acabamos en el pub donde van todos los erasmus (no me acuerdo el nombre). Allí, las cervezas eran gratis pero claro, nosotros no lo sabíamos y fuimos los únicos del local que pedimos cubatas. ¡Novatos!
Viernes 7 de diciembre: El croisant, el M
onasterio de Piedra y los pinchazos
Hay días en los que es mejor no levantarse de la cama. Y si no, que se lo digan a Chilo, protagonista indiscutible del día (aunque Carlos también se llevó lo suyo). Ya me imagino a Chilo y a Enrique, mirando deseosos ese croisant, pidiéndolo y frotándose las manos esperando el festín. Imagino al camarero llevando pan, un plato humeante con algo grasiento, recubierto de más grasa (frita eso sí) y a Enrique diciendo "Ah, no son bollos". Casi puedo verlos tragarse dos o tres bocados de aquello, haciendo como si lo hubiesen pedido a cosa hecha. ¡Qué dolor! Después de eso nada podía ir peor, ¿no? La verdad es que el resto del día estuvo bastante bien. Visitamos el parque del Monasterio de Piedra, que para mí fue una de las cosas más bonitas del viaje con sus cascadas, árboles, vistas... Más tarde visitamos Calatayud, en especial su catedral, donde nos hizo una visita guiada "El hombre de Calatayud", un señor muy majo que nos dejó muy clarito qué cuadros y esculturas son valiosas y cuáles no valen nada, la diferencia entre oro (valioso) y pan de oro (no vale nada). También nos enseñó donde se rodó la película del camarote de los hermanos Marx; un sótano en el que hacen merendolas varias y donde caben 1000 personas (por turnos, claro). Por último, aprovechamos para hacer algunas compras de dulces típicos de la zona: frutas escarchadas cubiertas de chocolate, merengues, palmeritas de chocolate...
Pero claro, cuando empiezas el día zampándote un pegote de grasa con café con leche, algo más te tiene q
ue pasar. Así que cuando volvíamos hacia Zaragoza, el coche en el que iba Chilo pinchó y se encadenaron una serie de despropósitos. Primero no había llave para desatornillar la rueda, luego nadie contestaba en la casa de alquiler, el triángulo no se mantenía en pie, los camiones amenazaban con arrasarlo todo... Pero bueno, finalmente todos llegaron sanos y salvos. Más tarde, por la noche quien pinchó fue Carlos que acusó el desgaste de la excursión por el Monasterio de Piedra y fue arrastrándose por las calles de Zaragoza. Eso sí, nos acompañó al caballito a hacernos unas fotillos. Con un par.
NOTA: Mil gracias por el regalo. A pesar de la mala tarde, tuvisteis un detallazo.
Sábado 8 de diciembre de 2007: Cumpleaños feliz.
Empezamos el día haciendo frente al sueño pa
ra ir a visitar la Aljafería. Carlos y Paula no consiguen vencer a Morfeo y se quedan sobando... La visita al palacio es guiada y nos explican muy bien las distintas épocas por las que ha transcurrido su vida. Fue construido y habitado por primera vez por Abú Yafar, después fue residencia de los Reyes Católicos y ahora es la sede del gobierno Aragonés. Es una de las visitas más interesantes del viaje para mi.
Más tarde nos reunimos con Carlos y Paula para ir a comer unas migas al restaurante "La Miguería". La verdad es que comimos bien, como en todos los d
ías que estuvimos en Zaragoza. Por la tarde celebramos mi cumpleaños en la habitación del hotel con pasteles y cava. Tuve un regalo muy dulce por parte de todos y me contaron la "odisea" para comprarlo.
Cenamos de nuevo muy bien, en "La sidrería" y acabamos la noche de marcha por el tubo, como no podía ser de otra forma. Noche de fiesta en "El jardín del Temple".
Domingo 9 de diciembre: Despedi
das.
Es el último día en Zaragoza,
excepto para Enrique que se queda unos días más. Todavía aprovechamos la mañana para ir al teatro romano de Zaragoza. No se conserva tan bien como el de Mérida, pero tiene un museo donde explican cosas curiosas sobre cómo lo encontraron, qué otros edificios habían allí en distintas épocas y cómo se vestían los actores para representar las obras. También tienen varios audiovisuales con sonidos e imágenes que se podían oir y ver en las representaciones teatrales. Después de esto nos despedimos de Carlos y Paula que se fueron a coger el tren antes que el resto. Comimos en un bar donde nos ocurrió la ultima anécdota del viaje. Resulta que pedimos brochetas de buey y a la cocinera se le cayó la última ración al suelo. El camarero vino y nos lo explicó diciendonos que la "habían perdido" (la ración de buey). Yo entendí que la camarera se había caído y con ella la ración de buey, y que habían perdido a la camarera (que le había dado un mareo o algo). Nos reímos un rato de la película que me había montado y después salimos a toda prisa para coger el tren que, finalmente, no iba a traer de vuelta a Valencia.







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