lunes, 6 de agosto de 2012

Twitter: el pajarito chivato


Televisión Española retransmitió, el pasado sábado 25 de julio, la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Londres. En su conjunto, el acto tuvo una duración cercana a las cuatro horas, narradas en riguroso directo por varios periodistas. En casa, los amigos consideramos que algunos de los comentarios y explicaciones que se daban durante el desarrollo de las diferentes representaciones, podían estar de más porque el espectáculo era tan bueno que se explicaba por sí mismo. Hasta ahí llegaron nuestras críticas (y eso que los que estábamos allí somos burletas olímpicos) ya que se trataba de disfrutar de la función, aunque bueno, a decir verdad, el uniforme del equipo español también se llevó lo suyo.

                Sin embargo, no todos los que estábamos frente al televisor lo hacíamos con la sana intención de disfrutar de la velada. Una legión de implacables cruzados de la pluma, no tenía cosa mejor que hacer, un sábado por la noche, que escrutar cada una de las frases que las periodistas pronunciaban, y si detectaban cualquier tipo de error, por mínimo que fuese, le lanzaban su arma más mortífera. Un comentario de Twitter. Estos paladines de las letras (me pregunto si habrán aprobado Lengua en la ESO) que ya habían dado cuenta de la joven, inexperta y todavía no licenciada Sara Carbonero durante el Europeo de fútbol, se atreven ahora con rivales de mayor enjundia espoleados por su anterior éxito. El objetivo ha sido, esta vez, la veterana periodista María Escario que cometió algunas incorrecciones (que no errores) que toda persona acostumbrada a hablar en público durante horas y en directo consideraría normales.

La comentarista explicó, por ejemplo, que niños sordomudos cantarían el himno de Inglaterra y, claro, a los Legionarios de la Lengua Española, la mayoría de los cuales no son capaces de hablar en público más de tres minutos sin tartamudear o introducir varios “o sea” en su discurso, ya les goteaba el colmillo. ¡Buah! ¡Niños sordomudos cantando, qué burra! seguro que exclamaron. Lo que seguramente no saben estos Inquisidores de las Buenas Letras es que los niños sordomudos, además de trasladar la letra del himno al lenguaje de signos, con el trabajo de los terapeutas y su esfuerzo pueden hablar y, por supuesto, cantar. Pero claro, esto no interesa, lo que interesa es señalar los errores de los demás para así creer que están por encima de ellos.

Sin embargo, lo peor de este tipo de comentarios en la red social no son las críticas en sí, sino la porquería que subyace en ellos. Lo primero que me llama la atención es que una panda de iletrados en su mayoría, que difícilmente pueden escribir dos líneas sin usar la “k” gratuitamente o sin cometer faltas de ortografía de nivel de 1º de primaria, se atrevan a juzgar de la forma en que lo hacen a gente preparada, profesional y experta. Pero no acaba ahí la cosa, ya que las observaciones van, generalmente, destinadas a mujeres periodistas por lo que se desprende cierto tufillo machista. Y, finalmente, está lo más profundo y lo más triste. Estos miserables acusicas, se dedican a rebuscar en las imperfecciones de los demás, señalar sus defectos, magnificarlos absurdamente y exponerlos a los cuatro vientos, buscando ridiculizar al blanco de sus críticas amparándose en el anonimato que proporciona la red, los muy cobardes. De esta forma, cuando creen destruido su objetivo y apagan el ordenador, pueden irse a dormir con la satisfacción del deber cumplido y la falsa sensación de que, en el mundo de la gente que triunfa en televisión, hay personas que son tan mediocres como ellos.