Que la clase política española está en horas bajas, no lo duda nadie. Los últimos acontecimientos, encarnados en el movimiento 15-M, muestran un paso más en la escala de indignación de los ciudadanos hacia nuestros dirigentes. Hemos pasado de tragar, de quejarnos en el trabajo o de “arreglar el mundo” junto a los amigos en el bar, a mostrar nuestra reprobación hacia aquellos que nos representan (o que deberían hacerlo y no lo hacen) en la calle, a cara destapada y en voz alta. Dejándoles claro que a algunos ya no nos engañan y que tienen que espabilar. Los políticos, de izquierdas o de derechas; centrados o extremados se han mostrado incapaces de solucionar ningún aspecto de la crisis económica y, lo que es peor, una y otra vez, demuestran su incompetencia, irresponsabilidad e insolidaridad a la hora de luchar juntos por el bien del pueblo del que deben de cuidar.
Y no solo eso, sino que se han aprovechado de su cargo, del dinero del contribuyente y de la soberanía que entre todos les hemos otorgado para enriquecerse, obtener favores y hacerse poderosos… y corruptos. Han conseguido que, en la calle, la palabra “político” sea sinónimo de ladrón, sinvergüenza, aprovechado y que en los corrillos que se forman en plazas, cafeterías y parques se oiga la frase: “Da igual de izquierdas que de derechas, todos son iguales”.
La desconfianza en la clase política se traslada estos días a Europa, tras la puesta en marcha del Pacto del Euro. Se trata de un paquete de medidas que pretende acelerar la salida del continente de la crisis. La mayor parte de estas medidas afectan, una vez más, al ciudadano principalmente y apenas hacen mención a los que para casi todos son los verdaderos causantes de la crisis: las bancas.
El panorama que queda es, pues, descorazonador para todos nosotros, los ciudadanos de “a pie”. Con más de cinco millones de parados haciendo malabarismos para subsistir, tendremos que hacer frente a “moderaciones” de sueldos, recortes en pensiones, sanidad y prestaciones sociales y subidas del IVA.
Mientras tanto, aquellos a los hemos votado para que nos representen siguen a lo suyo. Preocupándose por si mismos, parapetándose tras sus privilegios, exprimiendo al ciudadano al que engañan para conseguir el poder con el que perpetuarse, comportándose cobardemente sin señalar, ni castigar a los verdaderos culpables por miedo a que todo cambie y que el cambio les deje fuera.
1 comentario:
Es pot dir més alt però no més clar. Les coses ja fa temps que no funcionen i cada cop està més clar que als únics interessos que serveixen els nostres pol·lítics són el de els grans negocis (els famosos mercats).
Ja va sent hora de que el poble recupere la veu i el vot (sí, també el vot, perquè la llei electoral tela!)
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