En la historia de los países existen momentos en los cuales el bien común debe prevalecer sobre los intereses de unos cuantos, las diferencias políticas o las singularidades territoriales. Momentos en que los gobernantes deben tomar decisiones, buscar alternativas o establecer alianzas. En la historia reciente de España tenemos el claro ejemplo de la llamada "Transición" en las que todos los partidos políticos, sin excepción, pusieron su granito de arena para dejar atrás la losa de la dictadura y construir los cimientos de la democracia.
Sin embargo, este espíritu parece haberse perdido. Los gobiernos se desgastan hasta las últimas consecuencias agarrándose desesperadamente a sus situaciones privilegiadas. Perdiendo totalmente la humildad, sin dejarse ayudar, pero sobre todo olvidando su verdadera razón de ser: gobernar para el pueblo. Al otro lado, las oposiciones simplemente observan como el moribundo se desangra, sin tenderle una mano y hurgando, si es posible, en la herida. Todo ello sin darse cuenta (o peor, dándose) que con esa actitud no sólo el gobierno se desangra, sino que el que verdaderamente sufre es el pueblo.
Nada tengo en contra de que los diferentes grupos políticos busquen convencer a los ciudadanos que su propuesta, su política o sus ideas son mejores que las del contrario. Que rebusquen en todo aquello que el contrincante haga mal, que desnuden sus vergüenzas y que intenten reemplazarlo para buscar otra forma mejor de hacer las cosas. Sin embargo, existen circunstancias en las que esa no es la mejor manera de actuar.
Ya vimos como no hace mucho, los principales partidos fueron incapaces de ponerse de acuerdo en materia de terrorismo (¿cómo pueden haber diferencias entre víctimas de terrorismo de izquierda y de derecha? ¿a caso no están todos en contra del asesinato?). Parece ser que la existencia de más de cuatro millones de parados en España no es suficiente para que el gobierno se trague su orgullo y reúna a todos los partidos con representación en las Cortes (¿por qué a unos si y a otros no?) y busquen entre todos (si saben lo que significa) una salida a esta situación. También parece que es insuficiente para que el principal partido de la oposición se olvide, por un momento, de sus ansias de gobierno y de venganza y se arromangue para sacar el país adelante. Pero claro, para eso se necesita talento, ganas de trabajar y honradez. Alta política, creo que lo llaman.
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