domingo, 15 de enero de 2012
El síndrome de Indiana Jones
Recuerdo una escena de las películas de Indiana Jones o similar en la que, tras entrar en un templo buscando uno de los tesoros que le hicieron famoso, queda atrapado en una trampa. Esta consiste en dos paredes que se acercan poco a poco al intrépido arqueólogo, amenazándole con convertirlo en una loncha de jamón york con sombrero. El profesor Jones busca desesperadamente escapar de la aplastante situación toqueteando todas las piedras que tiene al alcance, de suerte que, cuando peor está la cosa y un apared ya intima con la bragueta de su pantalón, su talón pisa accidentalmente el adoquín adecuado y una pared lateral se abre el tiempo justo para que escape, dejando atrás su sombrero que recupera en el último segundo jugándose la mano.
En esto pensaba yo el otro día viendo en las noticias los recortes, subidas de impuestos y otras soluciones irremediables que proponen nuestros gobernantes estatales y de esta nuestra comunidad. Y es que el "suelo firme"del poder adquisitivo que tenemos el "privilegio" de pisar los funcionarios y que tanto molesta a algunos, se está viendo reducido lenta pero inexorablemente al ritmo de una bajada de sueldo del 7%, una congelación salarial y por último de una reducción a la mitad de los sexenios para los funcionarios y la desaparición del pago de las vacaciones para los interinos. Esto unido a la subida del IRPF, el Euribor y el precio de los carburantes nos deja buscando desesperados la palanca que detenga el siniestro mecanismo que nos ahoga. Y nos deja también solos. Incomprendidos por el resto de los trabajadores que creen que mientras nos ataquen a nosotros a ellos los dejarán tranquilos (ya hablaremos cuando aprueben la nueva reforma laboral). Por si fuera poco estamos casi incapacitados de hacer huelga, porque mientras otros pueden paralizar un país o una producción, nosotros debemos ofrecer unos servicios mínimos que minimiza, valga la rebuznancia, cualquier molestia que podamos ocasionar. Así que nada, aquí permaneceremos buscando la rendija para escapar de esta trampa en la que los nefastos políticos y los banqueros sin escrúpulos nos han metido, mientras ellos, como en las pelis que acaban mal, se largan con el tesoro.
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