Empezamos el día con un desayuno maldivo. Se llama sa soni (no estoy seguro de que se escriba así) y es una especie de "burrito" en el que el relleno está hecho con coco rayado, atún, chili (verde y rojo), cebolla y zumo de limón. Todo esto se enrolla con la tortita. A mí me gustó mucho y pienso hacerlo en casa alguna vez.
Después nos quedaban todavía tres inmersiones, dos de ellas en la estación de limpieza de mantas. En la primera de ellas sólo hemos visto dos mantas, una de ella bastante grande con seis rémoras haciendo sus labores de limpieza. Hemos estado bastante cerca y, la verdad me ha gustado los movimientos tranquilos y elegantes de las mantas.
Sin embargo, la segunda inmersión ha sido mucho mejor. Hasta cinco mantas se han juntado en la estación, junto con dos tortugas, una de ellas enorme.En algunos momentos el escenario ha sido espectacular. Las mantas han comenzado a pasar cada vez más cerca de nosotros e incluso por encima. Los que llevan cámara se han hinchado a hacer fotos. Yo creo que no ha quedado ni un ángulo de ninguna manta sin ser fotografiado. La visión era tan bonita que todos hemos apurado el aire al máximo. Al final, mientras hacíamos la parada de seguridad, todavía hemos disfrutado de un baile de tres de las mantas, que volaban en circulos bajo nosotros. Ha sido una imagen que se me ha quedado grabada.
Todavía nos quedaba una tranquila inmersión en Banana Reef, en la que lo más curioso, para mi, ha sido ver la gamba compañera emperador (negra), una gamba minúscula que se esconde en los erizos de mar cuando se les caen la púas.
Más tarde, en el barco hemos disfrutado de nuestras última horas juntos y se notaba un poquito que a todos nos daba lástima. Hemos compartido direcciones y correos electrónicos mientras la noche la empezaba a ganar la partida al atardecer. A lo lejos, como un lamento, el almuecín empezaba a llamar a la oración desde la mezquita de Male.
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