Los árabes dividieron la ciudad romana de Melita en dos partes: Mdina y Rabat. Estas ciudades están situadas sobre una cresta desde donde se domina toda la isla y el mar que la rodea, por lo que es un excelente punto de vigilancia. En época medieval algunas órdenes se establecieron fuera de las murallas de Mdina, haciendo crecer Rabat y, tras la fundación de
Allí quedaron las familias aristocráticas viviendo en sus palacios que han llegado hasta hoy, como el Palacio de Vilhena. Sin embargo, Mdina no quedó del todo abandonada por las órdenes. Cerca de allí, en el Buskett (literalmente bosquecito) establecieron los Grandes Maestres de la orden un pabellón de caza y de retiro que hoy en día, es también la residencia oficial del Primer Ministro maltés.
En 1693 un pavoroso terremoto destruyó gran parte de la ciudad. El desastre afectó más profundamente a una parte de la ciudad que a otra, hasta el punto de que hay una calle en la que una casa es de estilo barroco (reconstruida tras la catástrofe) y la de al lado conserva su estilo gótico (anterior al temblor). Debido a este hecho, Mdina conserva una parte de la anterior ciudad medieval.
El mayor encanto que nos muestra Mdina consiste en dejar llevar nuestros pasos a través de las estrechas y zigzagueantes calles. Deslizar nuestra mirada por las paredes de piedra, deteniéndonos en las rejas de hierro forjado, en los ventanales góticos con rosetones y en los coloridos balcones cubiertos de celosías y adornados con flores. Sorprendiéndonos a cada momento con encantadores portales y bellísimos rincones escondidos tras las esquinas.
1 comentario:
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