El pasado 19 de marzo, como todos ya sabéis se celebró el 200 aniversario de la Constitución de Cádiz. Aquella Carta Magna por las circunstancias en las que fue elaborada y por sus contenidos revolucionarios y nunca vistos en España, se ha convertido para nosotros en símbolo (menos de lo que debería, a mi juicio) de libertad, consenso y valentía durante la guerra de la Independencia.
Para celebrar la importante fecha un centenar de personas han participado en una procesión cívica por las calles de la ciudad, caracterizados con trajes de la época, tal y como se hiciera hace 200 años tras sancionarse la Constitución. Acto seguido se leyó el "Te Deum" que Nicolás Zabala escribió para dar gracias por la promulgación de la Constitución de 1812 en la iglesia del Carmen de Cádiz. De ahí la comitiva se dirigió al oratorio San Felipe Neri donde al mediodía llegaron los reyes para descubrir una placa conmemorativa y presidir el homenaje a los diputados doceañistas, al que asistió el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y la practica totalidad de miembros del Ejecutivo y altos representantes de todos los poderes.
Y claro, el presidente no pudo resistir la tentación ante la posibilidad que se le brindaba de lucirse ante tamaña audiencia y en un alarde poético, no dudó en enfundarse la casaca y equiparar sus reformas con las de la Constitución de Cádiz. Pues bien, hoy yo también me he levantado poético. No sé de donde se saca este señor que sus reformas se pueden comparar lo más mínimo a las promulgadas hace 200 años. Estas últimas proclamaban derechos que los ciudadanos nunca antes habían tenido; la España de 1812 estaba ocupada por un ejército extranjero que dominaba todas las regiones del país excepto Cádiz y algunas capitales levantadas; cualquier política que se llevara a cabo era por decreto Imperial; en fin que no hace falta ser muy listo para establecer las verdaderas analogías.
Hoy en día el gobierno de Rajoy, que domina prácticamente todo el territorio español, destruye derechos de todos los españoles avasallándolos, sin ningún tipo de dialogo, a base de decretazos. Así que ya se puede ir al carajo con sus analogías. El paralelismo se lo hago yo: ellos son los franceses.
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