miércoles, 28 de marzo de 2012
Niños mágicos
Tras sus ojos negros la vida se ve de otra manera, como a distancia. El mundo que le rodea a veces le asusta y las personas que están a su alrededor no siempre le comprenden. En ocasiones quiere estar solo y no puede, otras veces quiere ir a lugares donde no le dejan ir. Y no entiende por qué. Muchos días suele llorar porque nadie parece saber lo que quiere.
Pero hoy, una niña de su cole ha ido a jugar con él. Al principio no ponía mucho de su parte y se dejaba manejar con una mezcla de indiferencia y resignación. Pero su amiga, con la tozudez incansable de las niñas pequeñas se empeñaba en jugar con él. Primero, le cogía las manos obligándole a alzar los brazos y agitándoselos de lado a lado mientras entonaba una cancioncita. Después le abría y cerraba sus brazos haciéndole dar palmas. Él, aunque no podía mirarla a los ojos parecía empezar a divertirse con tanta insistencia y casi sin darse cuenta se le escapó una sonrisa. Como espoleada por esa sonrisa, su compañera tiró de él hasta hacerle levantar del banco donde estaba sentado y se puso a dar saltos mientras le mantenía cogidas las manos. Su cuerpo ya no pudo aguantar tanta alegría y empezó a saltar junto a ella.
Poco después su amiga se dio por satisfecha y le dejo descansar. Le llevó delante del mural sobre un cuadro de Paul Klee que había en el pasillo y se quedaron los dos mirándolo, cogidos de la mano. Y nosotros, apoyados junto a la puerta del pabellón nos miramos sonriéndonos, maravillados por el momento de magia que acabábamos de presenciar.
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