miércoles, 7 de octubre de 2009

Korea: Mi amiga Sangmi Kim

Sangmi me recibe en el aeropuerto con una sonrisa de oreja a oreja en sus labios y a partir de entonces se convierte en la mejor guía posible de Seoul. En los lluviosos días que me tocaron en suerte recorrí con ella decenas de paradas de los mercadillos de Seoul en busca de un baduk (un juego de mesa coreano) y subimos a una montaña, el Buk-ak- san, que estuvo cerrada hasta 2007 y sigue vigilada militarmente, porque en ella se escondían espías norcoreanos. Con ella probé el "dulce de los 10.000 hilos", aprendí a leer coreano (aunque no entiendo ni papa), comí la deliciosa ternera que allí preparan en un infiernillo en tu propia mesa y vi mi primer atardecer en Seoul desde la colina donde se encuentran las tradicionales casas coreanas.
Una tarde en la que la copiosa lluvia no nos dejaba salir, Sangmi, con gesto preocupado, trazó una linea recta en la libreta donde me estaba explicando los fonemas de su lengua. "Yo quiero que mi vida vaya así, pero la vida no transcurre por el camino que tú has planeado. Y entonces dibuja una línea ondulada por encima de la anterior."La vida no es fácil. He gastado demasiado tiempo y dinero de mis padres con mis problemas y viajando". Acto seguido me confía todos sus problemas, sus preocupaciones y sus sueños. A mi, a casi un desconocido. Mágico, ¿no?

No hay comentarios: