lunes, 3 de marzo de 2008

Una de niños

Alba es un bicho. Con sólo seis añitos, es la típica niña de carita angelical, ricitos dorados y ojos azules, con una vocecita que cuando la oyes te dan ganas de apuntarla al coro de voces blancas. Pero luego la niñita se las trae. No es que sea mala, que tenga mala idea, ni eso. Pero ideas buenas también tiene pocas. Más que nada es que es pilla y traviesa. Además de todo este historial tiene cosas graciosas, le gusta hacer payasadas y que sus compañeros se rían. A veces dice o hace cosas que no tienen sentido, o que al menos eso parece, como todos los niños. Otras dice cosas tan lógicas y aplastantes como las que me dijo hace unos días.
Habíamos dado las partes del cuerpo en inglés y ahora tocaba relacionar algunas partes de la cara con los cinco sentidos. Tenían que dibujar algo que pudieran ver, algo que pudieran oler, etc. Entonces para explicarle el ejercicio empecé a preguntarle: "¿Para qué sirven los ojos?" "Para ver", contestó. "¿Y la nariz?" "Para oler". Entonces llegué a la boca y le hice la pregunta pertinente. "Para hablar", dijo. Yo quería que me contestara para comer, así que volví a preguntar: "¿y para qué más?" La niña me miró con sus dos grandes ojos, subió los dos hombros y con una sonrisa de ratita me espetó: "¿para toser?" Una crack.

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